El arte en el Siglo XX fue muy prolífico y abundante en todos los campos. En este siglo se realizó la celebración del primer centenario de la Independencia del Perú el cual fue aprovechado para construir monumentos y obras de artes. Estos monumentos fueron construidos en los espacios públicos, muchos de ellos podemos observarlos en la ciudad de Lima.
Arquitectura
A principios del siglo XX la estética del estilo beaux arts fue utilizada en importantes edificios públicos, como la Escuela de Medicina de San Fernando. Con el arquitecto Emile Robert se afianza este estilo. A él se debe la cripta de los héroes en el cementerio Presbítero Maestro (1907) y el palacio legislativo (1908). La llegada de arquitectos como Ricardo de Jaxa Malachowski, Claudio Sahut o Rafael Marquina introdujo la tendencia academicista. Malachowski tuvo a su cargo la fachada del Palacio Arzobispal (1917), introduciendo el estilo neocolonial en la arquitectura peruana. Rafael Marquina diseñó la Estación de Desamparados y el Colegio Guadalupe (1920). Claudio Sahut dirigió la construcción de la Casa Oechsle (1917), la primera tienda por departamentos de Lima.
Los años veinte
La celebración del centenario de la Independencia dio lugar al trazado de nuevas áreas. Sahut diseñaría el Teatro Colón al estilo art nouveau, y en 1924, Marquina concluye el hotel Bolívar, importante edificación neobarroca. Malachowski, junto con Enrique Bianchi, tendría a su cargo el Club Nacional (1929). Durante el Oncenio de Leguía se realizaron importantes obras: la Sociedad de Ingenieros, el Banco Italiano y el anteproyecto de los edificios de la plaza Dos de Mayo (Malachoski, 1924); el hospital Arzobispo Loayza (Marquina, 1921) y el Palacio de Justicia (Bruno Paproki). Durante estos años se experimentó, particularmente Lima, un proceso de modernización. La evidencias más resaltantes fueron las grandes obras arquitectónicas que se integraron a la expansión urbana.
Agrupación espacio
En 1947 aparece esta agrupación liderada por el arquitecto Luis Miró Quesada Garland. A través de ella, se fueron incorporando nuevos estilos y concepciones del espacio que se manifiestan en los proyectos desarrollados por los representantes de esta agrupación. Este diseño contemporáneo de la arquitectura nació en contraposición a los postulados del International Style. Aunque Espacio surgió como un movimiento básicamente arquitectónico, su influencia se extendió a otras artes plásticas.
Los setenta
A partir de esta década lo que se impone es la arquitectura brutalista, basada en el uso del concreto expuesto, como las edificaciones del Ministerio de Pesquería (ahora Museo de la Nación) o el Centro Cívico de Lima. Para los ochenta, si bien se encuentra una mezcla de tendencias, la creatividad está abocada a solucionar el problema urbano. Para ello, además de las innovaciones, se intenta incorporar el funcionalismo que años atrás había operado muy bien en Europa.
Pintura
La Escuela Nacional de Bellas Artes significó para la pintura peruana un eje que marcó el movimiento artístico. Su primer director, Daniel Hernández, a su regreso de Europa se dedicó a organizar este centro. Para 1920, se expandió una corriente de pensamiento ligada a la mirada de la realidad nacional desde la perspectiva geográfica y social. Se dio entonces un redescubrimiento del arte prehispánico y del nacionalismo como centro de la especulación cultural.
De este período podemos nombrar al cajamarquino José Sabogal, gestor y líder del movimiento indigenista, quien se inclinó por el costumbrismo local y la reivindicación de la provincia. También, a algunos de sus seguidores como Enrique Camino Brent, Camilo Blas y Julia Codesido. Paralelamente hubo también un interés por la iconografía prehispánica. Los más sobresalientes en este estilo fueron Elena de Izcue y Alejandro González Trujillo. Dentro de este grupo estuvieron además: Ricardo Flórez, Carlos Quízpez Asín, Sabino Springett, Macedonio de la Torre, Juan Manuel Ugarte Eléspuru y Domingo Pantigoso.
El Surrealismo
Los temas ligados parcialmente con cierto surrealismo se hicieron notar en los setenta y aún hoy. Los más destacados de esta corriente son Tilsa Tsuchiya, Gerardo Chávez, Venancio Shinki y Carlos Revilla. El eje central de sus obras está basado en las atmósferas extrañas y en la interpretación de la historia o de las conductas cotidianas.
Escultura
En 1905 fue inaugurado el monumento dedicado a los héroes de Arica, realizado por el español Agustín Querol. La escultura fue considerada derrotista y fue cambiada en 1954 por un Bolognesi triunfal, aunque de menor plasticidad, ejecutado por Artemio Ocaña. Desde entonces, se reanudó la actividad escultórica y varios monumentos fueron inaugurados en los años siguientes; entre ellos estuvo la estatua de mármol de San Martín, realizada por Roselló y regalada al Perú por el coronel Lorenzo Pérez Roca, la cual fue instalada en un obelisco coronado por un ángel de la victoria, construido cerca de la entrada de los Jardines de la Exposición. Posteriormente, el monumento fue trasladado a Barranco y dividido en dos partes: la parte mayor del obelisco y la escultura de San Martín, en la alameda Sáenz Peña; y el resto del obelisco y el ángel de la coronación, en la avenida Bolognesi. En el terremoto de 1940, este último cayó y se arruinó. En 1910 se inauguró el recordatorio de Antonio Raimondi; representaba al sabio examinando con lupa unos especímenes y fue colocado en la antigua plazuela de Santa Ana (hoy plaza Italia). Su ejecución quedó a cargo de Tancredi Pozzi. En 1912, Ibero Valente realizó el monumento en recuerdo de Manuel Candamo, estatua que sufrió un atentado y, ante la imposibilidad de restaurarla, Artemio Ocaña realizó una nueva escultura que se inauguró en 1926, en el paseo Colón. Ramón Castilla ocupó, a partir de 1915, la plazuela de la Merced; la obra estuvo a cargo de David Lozano.
Transformación de Lima
La Plaza de Armas se renovó en 1940. Los portales de piedra de los siglos XVI y XVII fueron demolidos para ampliar la plaza y construir nuevos y más altos edificios que le dieran una silueta más notoria al conjunto, y se crearon la Plazuela Pizarro y el pasaje Santa Rosa. Estas y otras modificaciones, como el nuevo palacio de gobierno (diseñado por Sahut
y Malachowski, concluido en 1938), cambiarían la antigua conformación de plaza cerrada. El estilo utilizado fue el neocolonial, considerado tan auténtico y ligado al pasado peruano que se ordenó que solo se construyera en ese estilo en el perímetro de la lima antigua.
Generación del Cincuenta
La Influencia de la agrupación Espacio se extendió también a las artes plásticas. En la conquista de la abstracción destacan pintores como Fernando de Szyszlo, aunque otros como Emilio Rodríguez Larraín y Jorge Eduardo Eielson, alcanzaron también el éxito. Pertenecen igualmente a este grupo Alfredo Ruiz Rosas y Armando Villegas, pero ambos desarrollan estilos que marcan cierta diferencia. En los sesenta, comenzó a afianzarse la tendencia hacia el expresionismo, conceptualismo y posmodernismo. Fiel representante de estas corrientes es el pintor Víctor Humareda. Asimismo, destaca en este período Sérvulo Gutiérrez (1914-1961), aunque su obra está más ligada al expresionismo.
La Música Criolla
A inicios del siglo XX, este género fue identificado con los estratos populares y su producción no era registrada de manera académica. Recién a partir de la década del veinte, con la generación encabezada por Felipe Pinglo, aparece una nueva modalidad de producción que supone mayor especialización a nivel de la composición, los arreglos musicales y la difusión misma. Gracias a la radio, la música criolla traspasa a los sectores populares, para ser incorporada al repertorio musical de las clases medias y altas. Esto impulsó la aparición de nuevos músicos, compositores e intérpretes que le han dado vigencia hasta nuestros días. La popularidad del género se consagró con la instauración del 31 de octubre como “Día de la Canción Criolla” en 1944. La iniciativa fue de Juan Manuel Carrera y el propio presidente Prado promulgó la ley.
De Artes y oficios a Bellas Artes
El siglo XX para los escultores se inicia todavía en la escuela de artes y oficios, de la cual egresaron Artemio Ocaña y Luis Agurto. Sin embargo, para 1919, la creación de la nueva Escuela de Bellas Artes, con el arquitecto y escultor Manuel Piqueras Cotolí al frente de la enseñanza de escultura, significó la instalación de un sistema continuo y profesional para la enseñanza de este arte. Piqueras formó un nutrido grupo de seguidores como Ismael Pozo, Raúl Pro, Luis Valdettaro y Miguel Baca Rossi.
Centenario de la Independencia del Perú
Con motivo del centenario de la Independencia fueron inauguradas diversas obras, precedidas por la develación del monumento y la inauguración de la Plaza San Martín. Piqueras Cotolí diseño la plaza misma, los jardines y las fuentes. Inaugurada el 27 de julio de 1921, los edificios actuales no existían aún y las construcciones circundantes estaban hechas de cartón piedra. Sin embargo, a los pocos años la plaza lucía la imponente arquitectura que hoy apreciamos. Fueron muchas las instituciones y colonias extranjeras que donaron obras de arte para celebrar el centenario. La colonia italiana donó la Galería de Arte Italiano (hoy Museo de Arte Italiano); Bélgica regaló en 1922 la escultura del Estibador, de Constantino Meunier; la colonia china obsequió una fuente realizada por Graziosi y Gemignani, instalada en la rotonda del Parque de la Exposición en 1924; los estadounidenses establecidos en el país regalaron la fuente de las Tres Gradas, realizada por Gertrude Whitney. El monumento a Sucre fue donado por la república del Ecuador y se inauguró el 9 de diciembre de 1924. Los inmigrantes japoneses obsequiaron, en 1926, el Manco Cápac ubicado en la plaza del mismo nombre, en La Victoria. El Estado peruano mandó a confeccionar la escultura de Washington, instalándola en 1922 en el parque que lleva su nombre. Artemio Ocaña realizó, en 1924, la escultura en honor a Petit Thouars. Luis Agurto y Olaya realizó el monumento al Soldado Desconocido, levantado en el Morro Solar en 1922.
Ingreso a la modernidad
La ruptura con el esquema anterior se da en las obras monumentales en homenaje a Jorge Chávez (1937), de Eugenio Baroni, y al almirante Miguel Grau (1946), de Victorio Macho.
A partir de los cincuenta, aparecen en Lima algunas esculturas de tendencia más moderna como las de Joaquín Roca Rey. A él debemos el Apostolado de la iglesia de San Felipe (1957), la escultura del padre Dintillhac en la Plaza Francia y las del cementerio El Ángel, realizadas en conjunto con Fernando de Szyszlo. Jorge Oteiza realiza la estela en homenaje a Vallejo en la plazuela de San Agustín, el primer
monumento abstracto en la ciudad. Joaquín Ugarte y Ugarte diseña el monumento a los Próceres de la avenida Salaverry, inaugurado en 1971. Miguel Baca Rossi tuvo a su cargo la estatua de José Carlos Mariátegui en la avenida 28 de julio (1983). En los últimos años se han levantado monumentos en honor de Jorge Basadre, Víctor Andrés Belaunde, Raúl Porras Barrenechea y Víctor Raúl Haya de la Torre. Escultores de renombre en esta última mitad del siglo son Cristina Gálvez, Marina Núñez del Prado, Ana Maccagno, Víctor Delfín, Hernán Piscoya, Lika Mutal y Amelia Weiss.
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