Los antiguos egipcios llamaban a su país “Kemet”, la tierra negra para diferenciarlo del “desierto”, la tierra roja del Sáhara, que le rodeaba refiriéndose a ellos mismos como el “pueblo de la tierra negra”. La tierra negra era el área cultivable representada del fértil limo que el Nilo depositaba durante la crecida anual.
El Nilo, el río sagrado. Pero nunca representado por un símbolo específico, tiene origen de la unión de dos grandes ríos, el Nilo Blanco y el Nilo Azul y con su curso de otros 6000 km divide el desierto arábico (rojizo) de aquel del Líbano ( arenoso y limite externo del Sáhara) y de la cubierta área deprimida. paralelamente alineado al río: el oasis.
El Nilo siempre ha representado para los Egiptos la fuente de la vida, el señor de su riqueza y vía privilegiada por la comunicación. Además del río hay otro elemento de vital importancia de cuales dependerán además la creación de diversos símbolos y cultos: el Sol, EL Sol representaba la potencia divina en grado de secar la tierra, y secar los pastos, aniquilando pastos, pero era al mismo tiempo fuente de luz, vida y color.
El saber en el antiguo Egipto, estaba asociado a los sacerdotes –hombres de cuya importancia estaba unida a los faraones- los cuales entendían como necesario para la preparación al propio orden, el estudio de los fenómenos celestes. El Sol que al alba aparecía en el Este y la noche se ponía en el Oeste, como golondrinas del cielo. Pada después reaparecer regenerado a la mañana siguiente cortaba limpio el curso del río sagrado, que en vez sucedía de Sur a Norte. La precisa observación de este particular fenómeno hace que los sacerdotes pudieran fundar y desarrollar una visión del mundo girando sobre dos caras del universo aquel terrestre sur-norte y aquel celeste este-oeste que fue siempre la base de su creencia religiosa y que todavía se puede notar con el particular simbolismo de la cruz santa Anj, llamada, “cruz de la vida” propia porque representaba la intersección de las dos fuentes vitales a la supervivencia en el antiguo Egipto, “el Nilo y el Sol”.
Aún lejos de fuente de símbolo fue para los antiguos Egiptos la presencia de la divinidad en la vida cotidiana. Los egiptos creían que cada dios tenía una propia función y un propio reino, pero que ninguno de ellos podría ser libremente reconocido. Iniciaron entonces a utilizar símbolos y figuras para representar las funciones, la calidad y aquellos efectos sobre la vida humana, sobre la tierra hasta el universo.
Es este el motivo por el cuál el Nilo, considerado entidad sagrada y divina, no posee una simbología específica, pero existen símbolos que representan la fuerza vital, su poder para crear riqueza y bienestar. Cada acción o hecho “físico” enviado por voluntad divina tenía su correspondiente símbolo y al inversa.
Los símbolos Egiptos, vistos como potentes medios de representación venían atentamente seleccionados en el mundo natural para ser mejor comprendidos por todos.
Gran importancia tenía también la creación de los mitos Egiptos primero tras todos aquellos de Horu, dio falcón el potente ojo hacía reencontrar el cuerpo del padre muerto y dividido en 14 partes, correspondientes hoy a las 14 provincias del Egipto o todavía el escarabajo, único animal que crea la propia descendencia haciendo rodar su propia semilla, mezclada a la arena en forma de esfera, un trayecto largo que recuerda aquel del dios Sol, y viene así la representación de la renovada de la vida y la luz, también espiritual.
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